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Jesús en la cruz, su madre y su discípulo amado

Missio • mar 25, 2021
“El Calvario” - Autor Anónimo. 1910 d.C. 

  • "'Concédenos Señor, mientras practicamos estos ejercicios de Cuaresma, la gracia de comprender cada vez más el misterio de Cristo y de reproducir en la santidad de nuestra vida las disposiciones de su alma' ("Sacramentarium Gelasianum" del siglo V)Entendemos que si queremos 'llegar a la resurrección de entre los muertos' (Filipenses 3:11), antes tenemos que entregarnos con plena voluntad para hacernos semejantes a ÉL en su muerte (Filipenses 3:10)". 

Juan 19:25-27.

Aparte del dolor que cualquiera podría haber tenido por las traiciones, las burlas, el rechazo y el pedido de ser crucificado en lugar de alguien como Barrabás; el cuerpo de Jesús estuvo en tal agonía en la cruz que en menos de 6 horas murió (Marcos 15:25 dice que fue crucificado a la hora Tercia, pero Juan 19:14 usa una expresión que aclara que sucedió cuando ya se acercaba la hora Sexta, y murió en la hora Nona según Lucas 23:44-46). 
Pero en ese breve tiempo, y entre las pocas palabras que dijo, dejó a un lado todo su intenso padecimiento y primero escuchó y prometió el paraíso al ladrón a su lado, para luego ocuparse en esa misma hora de la necesidad de su madre y de su “discípulo amado”. Ambos recibieron en ese momento cuidado, amor y ayuda. Lo cual podría haber sido atendido antes, pero fue guardado para este exacto momento y así darnos ejemplo.
Es imposible que alguno de nosotros sufra más que Jesús allí, e incluso es muy probable que jamás vivamos algo igual y se cumplan en nosotros las palabras de Hebreos 12:3,4: “Considerad a aquel que sufrió… para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado”. Jesús siempre, en cada instante de su vida, dejó a un lado lo suyo y se ocupó de la necesidad del otro, y esto lo siguió haciendo aún en su extremo padecimiento. Mirar a Jesús ocupándose de la necesidad de María dándole un hijo para su provisión y cuidado (en esa época una mujer teniendo casi 50 años no tenía muchas posibilidades), y de Juan dándole una madre ejemplar como ayuda, en medio de las agonías de la crucifixión, es una fuente inagotable de bendición que nos impulsa a que estemos pasando lo que estemos pasando, nos olvidemos de lo nuestro y prestemos atención a la necesidad del otro; y así andemos un camino en el que ciertísimamente, sin la menor sombra de duda, estamos siguiendo a Jesús. 

¿Tienes necesidades?, ora por las necesidades de otros; ¿estás solo?, date a otros sin esperar nada a cambio. Corre de vivir para saciar tus deseos mundanos como quien huye de una jauría de leones hambrientos.
Tenlo por seguro, el Jesús que miró por nuestra necesidad aún crucificado, se ocupará sin falta de ella estando a la diestra del Padre.
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En el mes de noviembre celebramos el evangelio del reino de Dios. Desde el 2 de noviembre hasta el día de la Celebración del Reino de Cristo (el domingo anterior al comienzo de Adviento). Tenemos por delante días de celebración donde Dios quiere hablarnos y revolucionar nuestras vidas e Iglesias. Como escribió Darrel Bock: "Nada lleva más al estancamiento que una institución olvide para que existe". Si como Iglesia perdemos de vista, confundimos o traicionamos para qué existimos, solo nos espera el fracaso total. ¡El evangelio del reino de Dios es esencial a nuestra existencia!
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Estamos en tiempo de Cuaresma . “Quadragesima” (latín), *”Cuaresma”* en castellano, o “Lent” como se lo llama en inglés en las Iglesias Anglicanas, Luteranas, Presbiterianas, Metodistas y muchas Bautistas, data desde el siglo IV en el primer Concilio de Nicea (325 d.C.), cuando se da la tendencia a constituirla en tiempo de penitencia y de renovación para toda la Iglesia, con la práctica del ayuno y la oración. Al principio hubo discusiones sobre si se debía ayunar un día en este período, 15 días o si 40 días. Hasta que en el año 331 d.C. Atanasio exhorta en sus “Cartas Festales” al ayuno en toda la Cuaresma. Y así se hizo por muchos siglos. Si quieres ayunar en este tiempo, puedes aprender más sobre el ayuno de Cuaresma AQUÍ . Los que estamos bautizados nos preparamos fuertemente para la renovación de nuestra consagración bautismal. Y los que no están bautizados para recibir el bautismo en el “Domingo de Resurrección”. Es tiempo de reflexión, contemplación, humillación, arrepentimiento, confesión, conversión, santificación, ayuno, oración, perdón, entrega, devoción y caridad. La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, buscando ser más como ÉL, y amarle más. 1 Juan 2:6 nos exhorta: “El que dice que permanece en ÉL, debe andar como ÉL anduvo”. La Cuaresma dura 40 días. Comienza el “Miércoles de Ceniza” en el que ayunamos, y termina el Domingo de Ramos, el cual a su vez inaugura la Semana Santa. Nosotros, en el primer período de 30 días, desarrollamos tiempos devocionales a la mañana en los que oramos un pasaje específico de un Salmo, y luego leemos una porción del evangelio. Una vez terminado este primer período, en las 2 semanas llamadas “El Tiempo de Pasión” (refleja el tercer año del ministerio del Señor y los últimos sucesos de su vida terrenal), hasta el “Domingo de Resurrección”. En las “Estaciones de la Cruz” (hasta el Domingo de Resurrección) somos invitados a la imitación de Jesús para poder seguirle. Lo miramos a ÉL cada mañana para saber cómo debemos ser nosotros. Pero no solo eso. Como en la Cuaresma, nuestro foco de atención también está puesto en admirar a Jesús, nos entregarnos para ser conquistados por su amor inigualable, incomprensible, sin medida, fuera de toda lógica. Agustín de Hipona escribió: “Señor y Dios mío, todo lo que veo sobre la tierra y por encima de ella, todo me habla y me exhorta a amarte, porque todo me dice que ha sido creado por el *amor* que me tienes”. Si todo lo que vemos en la creación debería llenarnos de amor y admiración por nuestro Dios, ¿cuanto más el acto directo de amor supremo cuando se dio a nosotros enteramente en la Semana Santa? Por esto el apóstol Pablo escribió: “el amor de Cristo nos impulsa” (2 Corintios 5:14 - RV2015). Una vez que llegamos al Domingo de Resurrección disfrutamos de la celebración más gozosa del año. Puedes escuchar nuestros sermones de este tiempo AQUÍ .
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