Catecismo


18- EL BAUTISMO 

Mateo 28:16-20:

“16 Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado.

17 Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. 

18 Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. 

19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 

20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”.


En este pasaje, Jesús resucitado se encuentra con sus apóstoles y les entrega lo que comúnmente se denomina “La Gran Comisión”.

Jesús victorioso dice que, tras su muerte y resurrección, ahora se le otorgó “toda potestad en el cielo y en la tierra”, y con esa autoridad suprema, nos envía a hacer discípulos a todas las naciones, 1) bautizándolos y 2) enseñándoles a guardar lo que ÉL le enseñó a los apóstoles.


NUEVA VIDA EN EL BAUTISMO

La palabra en griego traducida como bautismo es “baptisma” y significa “sumergir”. En esta inmersión en agua Dios sella a través de la Iglesia lo que ya comenzó a suceder en la vida privada del que cree en Cristo; y es "un signo por el cual, como por medio de un instrumento, aquellos que lo reciben son justamente injertados en la Iglesia" (“39 Artículos de la Religión” de 1563. Artículo XXVII), para que hechos uno con Cristo sean contados entre los hijos de Dios. 


En el Bautismo en agua quedamos profundamente vinculados a Jesús.

Romanos 6:3,4:

¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 

Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo...”.

De esta manera el creyente se une a Cristo en su muerte. Cristo murió en la cruz, el creyente muere con ÉL en el Bautismo a su vieja vida con una naturaleza pecaminosa. Así somos “bautizados en su muerte”. Al sumergirnos en agua somos “sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo”.

No es solo un simbolismo y una confesión de fe ante los hombres; es un hecho concreto en la vida del creyente en Cristo, es un acto de fe con resultados reales.

La vieja vida del ahora cristiano es sepultada al entrar al agua, para salir espiritualmente a una nueva vida:

Romanos 6:4,5:

Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.

Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección”.


Así como la persona se une a Jesús en su muerte al sumergirse en el agua bautismal, así también se une en su resurrección al salir del agua. Colosenses 2:12 afirma: “Sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él”. Si la persona cree en Jesús, en el agua bautismal, el Espíritu Santo sella esa nueva vida que recibió (Romanos 8:11).

Gálatas 3:27 afirma: "todos los que fueron bautizados en Cristo, de Cristo están revestidos”. Martín Lutero explicó que esto transforma al agua del Bautismo en “agua divina, celestial, santa... que hace vivir con ÉL eternamente. (Porque) lo que Dios hace y obra en nosotros quiere hacerlo valiéndose de tales medios externos por ÉL instituidos... Por consiguiente, quien deseche el Bautismo también desechará la Palabra de Dios, la fe y a Cristo, que nos conduce y nos liga al Bautismo” (”Catecismo Mayor”. Sobre el Bautismo).

Así es como Ignacio de Antioquía en el año 110 d.C. escribió: “Que vuestro Bautismo permanezca en vosotros como un escudo” ("Carta a Policarpo". VI). 


EL SELLO DE DIOS A TRAVÉS DE LA IGLESIA

No afirmamos que la persona que ha creído en Jesús no es perdonada ni regenerada hasta su Bautismo en agua, sino que creemos que aquello que comenzó en la vida privada es autenticado y profundizado por el Espíritu Santo a través de la Iglesia, como un sello (Efesios 1:13; 4:30; 2 Corintios 1:22).


Lo que el sacrificio de Jesús consiguió en su muerte en la cruz es aplicado y afirmado en la persona en el Bautismo en agua. “Los Sacramentos instituidos por Cristo, no solamente son señales de la profesión de los cristianos, sino más bien unos testimonios ciertos, y signos eficaces de la gracia y buena voluntad de Dios hacia nosotros por los cuales obra ÉL invisiblemente en nosotros” (”39 Artículos de la Religión”. XXV).

La “Confesión Belga” de 1561 afirma: “Los ministros nos dan de su parte el Sacramento, y lo que es visible: pero nuestro Señor da lo que por el Sacramento es significado, a saber, los dones y gracias invisibles... renovando nuestro corazón y colmándolo de toda consolación, dándonos una verdadera seguridad de su bondad paternal... Por esta razón, creemos, que quien desea entrar en la vida eterna debe ser bautizado una vez” (Artículo 34). Así es


NO estas cosas por primera vez, sino como avance de estas cosas y profundización de forma real y concreta.

Un ejemplo de esto lo vemos cuando el apóstol Pedro le predicó a una multitud en Jerusalén en la fiesta de Pentecostés. La gente que lo oyó quedó realmente preocupada por lo que escuchó, y le preguntó qué debían hacer :

Hechos 2:37,38:

37 Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? 

38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”.

El arrepentimiento y el bautismo unidos traería perdón a sus vidas: “PARA perdón de los pecados”.


Algo similar sucede cuando Saulo se convierte a Cristo. Un hermano llamado Ananías le dice que se bautice y que así lavará sus pecados:

Hechos 22:16

“Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre”.

Así es como el Credo Niceno del año 325 d.C. con su agregado del año 381 d.C., afirma: "Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados”. Y el “Catecismo de Pablo” hecho por Thomas Grantham en 1687, habla del “bautismo de arrepentimiento para la remisión de pecados”. Y añade que el cumplirlo obedientemente trae “perdón de pecados y vida eterna, y afirma en el camino de Dios (al estar involucrados fe y obediencia). Por esto dijo el Seńor: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo’ (Marcos 16:16). ‘El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo’ (1 Pedro 3:21). Solo Cristo salva, y es Cristo, el que al ser presentado en el Bautismo, salva; así como se dice que somos salvos por la predicación, es decir, por Cristo presentado en la predicación” (”El Tercer Principio”).


La fe cristiana no es para vivirla individualmente.

Aquel que ha creído en Cristo es hijo de Dios al creer individualmente, pero Dios obra a través de la Iglesia para autenticar ese hecho. Es Dios quien bautiza a la persona a través de la Iglesia. Por eso Cristo mandó a la Iglesia bautizar “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19).

¡Al igual que en el Bautismo público de Jesús (Mateo 3:13-17; Juan 6:27), en el Bautismo del nuevo creyente, el Espíritu Santo empodera y el Padre da testimonio, sella, autentica esa posición de hijo de Dios!


Así, una persona que no se bautiza en una congregación cristiana, a menos que se vea imposibilitada por alguna razón como en el caso del hombre en la cruz al lado de Jesús (Lucas 23:39-43), está pecando delante de Aquel que le ordenó bautizarse (1 Pedro 3:21). No porque el agua en sí tenga poder alguno, sino porque quien constituyó este medio decidió que obedeciéramos en fe.

El Catecismo de Juan Calvino de 1541, advierte: “El que tuviese en poco el uso de los Sacramentos convendría no tenerlo por cristiano, pues en esto se desprecia a sí mismo para confesarse como tal, ya que tácitamente está negando a Jesucristo” (Sobre los Sacramentos).

El “Catecismo de Pablo” hecho por Thomas Grantham en 1687, explica: “Un hombre no puede tener su lugar y los privilegios en la Iglesia de Cristo sin el Bautismo, de la misma manera que una Iglesia no puede ser verdadera sin practicar el Bautismo. Cristo dio ordenes expresas de formar su Iglesia a través del arrepentimiento, la fe y el Bautismo” (”El Tercer Principio”). “Ordenadamente, nadie debe ser admitido en la Iglesia Visible de Cristo sin haber sido bautizado previamente; y aquellos que realmente profesan arrepentimiento hacia Dios, fe en nuestro Señor Jesucristo y obediencia a ÉL son los que se sujetan a esta Ordenanza” (”Credo Ortodoxo” Bautista de 1679 - Artículo XXVIII).


CÓMO LO PRACTICAMOS

Missio provee a las personas que llegan a la congregación de un discipulado que llamamos "Catequesis Missio" con duración de alrededor de 5 meses, en el que la persona aprende, es guiada para seguir a Cristo, conoce nuestra fe y práctica, y confirma que Missio es la congregación en la que el Señor quiere que esté o no. Y también en este período Missio conoce a la persona y conoce cuál es el estado de su fe. 

Si al terminar la Catequesis la persona ha confirmado que Missio es su Iglesia y se hizo notorio que verdaderamente su fe está en Cristo, es bautizada, en el caso de no haberse bautizado con anterioridad. De lo contrario no.

Cuando la persona se bautiza se la considera parte del cuerpo de Cristo, y miembro de Missio.

En esta "Catequesis Missio" también participan las personas nuevas en Missio que vienen de otra congregación, y las personas que se apartaron de la Iglesia (las cuales en caso de ya estar bautizadas, no necesitan en absoluto volver a hacerlo).

Nadie puede participar en la Sagrada Comunión hasta que hayan terminado su "Catequesis Missio" y sean bautizados.


Si con el Bautismo no se explica el evangelio y no se une el Bautismo al evangelio y a la fe en Cristo, no es más que superstición. Tan pagana como cualquier superstición. El Bautismo no es Bautismo cristiano fuera de la fe personal en Cristo.

Por esto no bautizamos a bebés. Un bebé es totalmente inconsciente de lo que está sucediendo, ellos no están en Cristo ni tienen ni idea qué significa estar en Cristo.


Bautizamos por inmersión a las personas que, no habiéndose bautizado con anterioridad, conscientemente han manifestado arrepentimiento y fe en Jesús.

En el momento antes de ser bautizada, la persona debe hacer una profesión pública de su fe (Mateo 10:32; 1 Timoteo 6:12,13; Hebreos 3:1; 4:14), confesando a Jesús como su Señor, creyendo en su corazón que Dios le levantó de los muertos (Romanos 10:8-10), y haciendo un compromiso de por vida con el Señor; lo cual es resultado necesario de su salvación (Hebreos 10:23).


Los bautismos se realizan en cualquiera de estos 4 momentos del año:

-Domingo de Resurrección.

-Domingo de Pentecostés.

-Domingo siguiente al llamado “Día de la Santa Cruz” y la Tercera Témpora.

-Domingo de Navidad (o el domingo siguiente a la Navidad).


Para esto recomendamos ayunar antes del bautismo al menos un día (aprende sobre el ayuno AQUÍ).

-El "Viernes Santo" si te bautizas en Domingo de Resurrección.

-Sábado si te bautizas en Domingo de Pentecostés.

-Sábado si te bautizas el domingo siguiente al llamado “Día de la Santa Cruz” y la Tercera Témpora.

-Viernes si te bautizas en Domingo de Navidad.




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